[Esto es un texto que acabo de escribir... hoy he ido al oculista para que me graduara la vista... Mañana tal vez iré a comprar las gafas v_v" les haré una foto y la colgaré ;) No estoy preocupada ni tengo ninguna aberración a las gafas realmente, llevo básicamente toda mi vida convencida de que algún día las llevaré (casi toda mi familia tiene problemas de vista) y ya ha llegado... os dejo con el texto de mi experiencia ^o^)]
El ojo izquierdo empezó a llorar en el
momento que cayó la gota sobre él, cerrándose rápidamente y
proporcionándome un dolor punzante y un escozor que lo hacía llorar
aún más. Cuando paró un poco, le siguió el derecho el cual no se
quejó tanto. Al principio mi visión era tan mala como normalmente,
pero después empezó a tornarse más borrosa, impidiéndome hacer
cualquier tipo de actividad parecida a las que suelo hacer
normalmente, así que decidí ducharme. Pasada media hora desde la
primera vez, mis ojos volvieron a llorar por la misma razón, esta
vez no tanto. La siguiente media hora pasó rápido y con ella mi
padre y yo salimos a la calle para encaminarnos al Hospital. Todo se
tornaba más borroso conforme pasaban los segundos, las gotas estaban
haciendo el efecto esperado. El sol, a la vez que me producía una
sensación cálida en la piel, me hacía cerrar los ojos obligándome
a agarrarme a mi padre para poder andar con seguridad, por supuesto,
con una dosis extra de dolor en ellos.
La perspectiva realmente era diferente,
la forma de verlo todo, aún que borrosa, era, en cierto modo,
maravillosa. Los árboles dibujaban definidas siluetas envueltas por
una niebla creada por mi misma y el sol reflejaba sombras que a la
vez que misteriosas me resultaban atractivas e insinuantes, como si quisieran mostrarme un mundo nuevo y a la vez tan viejo como el
caminar, un mundo en el que vive muchísima gente como ahora yo: el
mundo del miope.
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